jueves, 27 de agosto de 2009

Sobre la religión.

No creo en ningún Dios. Para creer hay que tener fe y soy demasiado racional para ello. No me creo que por nacer en España tengas un Dios y por nacer en Arabia Saudí tengas otro, y en caso de ser el mismo, no me creo que se puedan interpretar sus mensajes de forma tan diferente. La religión nace en un momento en que el ser humano se siente desprotegido ante la muerte y necesita creer en un ser superior que le proteja. Creo, por tanto, que nace en un momento antropológico concreto fruto de la mente del hombre. Como un personaje de TBO o un robot japonés. Es posterior al hombre y no anterior y la única forma de refutar esta teoría es apelando a la fe. Una fe que es algo interior de cada ser humano y que por tanto no se puede transmitir. Yo respeto a todo aquel que tenga fe, sólo faltaba. Simplemente creo que no existe Dios y que las religiones son una invención del hombre.

Ahora bien, las religiones existen y como tal se deben no solo respetar sino contemplar. No creo en el Estado laico que desconoce el fenómeno religioso pues éste existe y es innegable, por lo que me parecería irrespetuoso con la sociedad negar el fenómeno religioso, pues no es una cuestión política sino humana, y estadísticamente está fuera de toda duda el porcentaje de creyentes no sólo de nuestro país sino de la mayoría de Estados. Por tanto, también quería dejar claro que la política y la religión no deberían ir unidas como desgraciadamente ha ocurrido tantas veces a lo largo de la Historía sino que deberían de funcionar de manera independiente a través de Acuerdos entre las distintas religiones y los distintos Estados para garantizar, por un lado la fe de quien cree y por otro lado el bienestar de quien no cree. Desgraciadamente, como digo, se ha venido historicamente relacionando a la izquierda con el ateísmo y a la derecha con el catolicismo, y me parece un craso error.

En cualquier caso, así está establecido el mundo y el fenómeno religioso aparece intímamente ligado al fenómeno político en prácticamente la totalidad de los Estados. Puede parecer que me estoy contradiciendo y nada más lejos de la realidad. Creo que el Estado no es quien para negar algo innegable como es que la gente cree en Dios. De hecho, creo que debe garantizar los derechos de este tipo de personas que necesitan la figura de un ser superior para sentirse en paz. Es algo íntimo que el Estado debe de proteger desde la ajenidad.

Todo esto en lo que se refiere a mi concepción de la religión, sea la que sea. No creo en Dios pero respeto a quienes creen.

Yendo más allá en este tema, considero que la religión puede ser hasta positiva en su vertiente cultural. Mantengo mi postura de que la religión es un invento del hombre pero no dudo de sus efectos positivos en algunos países. No tenemos más que mirar en el mapa a nuestro Oriente y contemplar esa lacra de religión denominada islam. El islam -del que algún día hablaré largo y tendido- es una religión impregnada de valores tales como el machismo y la repulsa hacia los demás. Verdaderas infamias que atentan no solo contra el más elemental sentido común sino también contra el más importante documento jamás redactado: la Declaración de los Derechos Humanos. Pero bueno, volviendo a lo que nos ocupa, decía que puede ser positiva la religión en su vertiente cultural en la medida en que es el más idoneo instrumento para mejorar la calidad humana de las personas. Una religión que tiene en el respeto hacia el prójimo su principal dogma no puede ser tan negativa. Ese tipo de mensajes es el que tiene que lanzar una religión en la medida en que, como decía anteriormente, es el ser humano el que crea este fenómeno para proteger al hombre mortal. Por ello, ¡que aprovechen las religiones para mandar más mensajes de este tipo y no esas verdaderas calumnias como son los ataques a los anticonceptivos, por poner un ejemplo! ¡Que luchen de verdad contra las lacras de la sociedad, contra el hambre y la enfermedad, puesto que tienen un arma importantísima, la fe de los creyentes! ¡Que lancen mensajes positivos y actuales hacia la sociedad para que la impregne de buenos valores que formen parte de su propia cultura!

Pero en fin, una vez más debo darme de bruces con la dura realidad. Las distintas religiones permanecen ancladas en el pasado, de espaldas a los problemas actuales y aprovechandose de la sociedad para lucrarse de verdad. Mi mundo ideal en el que la religión, como invento, ayude de verdad al mundo entero no deja de ser más que una utopía. Una bonita utopía plasmada en la red una tarde de Agosto de 2009. Nada más que eso.

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