domingo, 24 de mayo de 2009

Una reflexión.

Se acerca el día de las elecciones al Parlamento Europeo y quisiera compartir con quien lea esto lo orgulloso que me siento de ser de los (por desgracia) pocos que van a votar a gusto al partido con el que se identifica. Voy a votar de forma responsable y consciente de lo que significa una democracia. Porque una democracia consiste en que cada ciudadano vote a su partido favorito y el partido con más votos gana por la sencilla lógica de que es el que representa a más gente. Así es como funcionan los países demócratas de verdad, orgullosos de lo que significa esta bonita palabra de origen griego: democracia.

Porque en España no hay democracia de verdad. La gente no vota a gusto, vota obligada al menos malo por temor a que gobierne el más malo. Se vota con miedo y no con ilusión, como si la política fuera un castigo. De los veinticinco millones de votantes que tendrán entre el Partido Popular y el Partido Socialista, calculo yo, y siendo generoso, que un millón o millón y medio de ellos lo hace porque les gusta el programa de su partido, porque confían en su lider y porque son la mejor opción para este país. El resto lo hace por miedo a que gobierne el otro, por pavor a que sea ZP o Rajoy, según una u otra corriente, el que gobierne este país. No por meritos del uno sino por deméritos del otro.

Pues cada país tiene lo que se merece. Y nosotros tenemos una mierda de país. Porque la gente no vota con ilusión sino con miedo, porque la gente no vota a quien más lo merece, sino al menos malo entre los dos malos, como si solo hubiera dos opciones. Mentira. Podrida. Que Franco murió. Que esto es una democracia. D E M O C R A C I A. Hay que votar al mejor. Y entonces nuestro país será el mejor.

Cambio de partido para no cambiar de ideología”. Sir Winston Churchill

sábado, 23 de mayo de 2009

El aborto.

Tema sensible donde los haya, pero de actualidad. Inevitable hablar de ello como inevitable es posicionarse. Yo, en mi línea, no me puedo posicionar ni con la menestra de igualdad ni con la conferencia episcopal. La primera "institución" me parece un chiste, una gracia e incluso, si no te lo tomas con un humor, una vergüenza. Y la segunda me parece una institución anticuada, pasada de moda y alejadísima de la realidad. Así que lo mejor que podemos hacer los ciudadanos es formar nuestra propia opinión, alejada de todo estereótipo.

Partamos de la base de que la reforma de la regulación del aborto es necesaria. Hay quien dice que no. Yo creo que sí. Echando un vistazo al Código Penal descubrimos como quien quiere abortar, aborta. Es invocar la grave alteración psíquica que produciría el hijo y acudir a una clínica abortista. No creo que se deba dejar el tema del aborto en manos de los médicos, de tal manera que unos objeten y otros acepten. En mi opinión, el legislador debe ser claro y dejar el problema bien resuelto con una ley clara, porque este tema es muy delicado y sensible.

Otros países tienen el llamado sistema de plazos. Antes de X semanas de gestación, el aborto es libre y gratuito. Me parece el mejor sistema posible. Creo que nadie debe tener el deber de tener un hijo, porque muchas veces el embarazo es indeseado y puede arruinar una vida. No sólo eso, sino que si se obliga a tener el hijo, nacerá en unas condiciones totalmente indeseables, pues la madre no siempre está preparada. En esta situación, y prohibiendo totalmente el aborto, habría dos problemas: la madre, con la vida destruída, y el hijo, con un futuro deplorable. Podría filosofar más sobre esto, pero creo que el concepto de lo que digo está claro. Pensemos en el embarazo provocado por una violación. Incluso los católicos dicen que "es distinto" y en estos casos, vía libre. Pero ojo, el feto es igual, sea fruto de una violación, sea fruto del amor. El aborto elimina el feto, dejemos a un lado la hipocresía. Por tanto, creo que el status questionis (que diría aquel) estaría en el plazo de tiempo que se le puede permitir a la madre abortar. ¿Un mes? ¿Tres meses? La clave está en el sistema sanitario, porque está fuera de toda duda que cuanto antes mejor. Más inversión en sanidad y menos en igualdad, y así ahorramos problemas. Pero éste es otro asunto.

Como digo, yo creo que sí al aborto, pero en unos plazos muy breves, lo más cortos posible. El feto, señora menestra, si es un ser vivo, es humano, porque creo, y recalco el creo, un planta no es. Y un animal... pues tampoco. Que deje ya de decir tonterías o, mejor dicho, que el señor Zapatero la destituya ya y elimine la gracia esa de la Igualdad e invierta en sanidad, educación, etc. En fin, que tonterias digo, ¿no? Invertir en sanidad digo, seré idiota...

martes, 5 de mayo de 2009

Reverte sí, Reverte no.

Me parece interesante el debate que ya se abrió en aquel lejano Siglo de Oro sobre la naturaleza de la literatura. "Arte por el arte" o "arte por la idea". La literatura como un arte accesible solo para unos pocos privilegiados. O la literatura como vehículo de expresión de todos y cada uno de los seres humanos. Supongo que todos aquellos enamorados de Perez Reverte sean de esta segunda opinión, y piensen que el lenguaje sirve para transmitir ideas o pensamientos, siendo indiferente la técnica o el vocabulario escogido. Y los antirevertes, que los hay, y muchos, consideran que el lenguaje es un arte que no todos saben dominar y que hay que cuidar mediante una prosa elegante y fina.

Antes de todo, me posiciono. Ni lo uno ni lo otro.

Por un lado, es de valorar lo bien que transmite el malhumorado de Pérez Reverte sus pensamientos, lo claro que es y lo fácil que se le entiende. Cuando tiene una idea, probablemente nadie es más claro que él y hay un 100% de posibilidades de que la idea llegue al lector. Eso habla muy bien de él, porque no todos sabemos comunicarnos, pese a que todos tenemos nuestros medios para hacerlo. Es muy de valorar, insisto, la capacidad que tiene este académico para transmitir ideas y cumplir con esa finalidad del "arte por la idea" que en su día propugnó el peculiar Quevedo.

Pero por otro lado, estamos ante un académico, irreverente y genial, pero académico. Por su cargo, tiene la obligación de dar ejemplo, pues se le supone estar en la élite de la cultura. Debería ser un icono del lenguaje, una persona que sirva de imagen para todo el mundo. Y por el bien de todos nosotros, espero que no esté siendo así. Porque su forma de escribir representa lo más vulgar y barriobajero que se pueda ver hoy en los medios. Pretende hacer de la palabrota una palabra más, y de la ordinariez el pan nuestro de cada día. Y esto no se puede admitir. Si no se admite en un niño de siete años, mucho menos en una de las personas con más capacidad cultural de este país. En un señor, no lo olvidemos, miembro de la Real Academia de la Lengua Española.

Ahí es nada.